En un gesto casi
automático Amalia arrancó la hoja del calendario del mes de Abril. La hoja que
separaba la oscuridad de la luz, las pérdidas de las ganancias, la muerte de la
vida…
El mes de Abril
era para Amalia como una niebla espesa que la paralizaba, que no la dejaba
avanzar, que la envolvía y lo volvía todo gris. Lo fácil, lo natural, lo
cotidiano, dejaba de tener sentido. Durante el mes de Abril Amalia se diluía en
la húmeda y densa maraña de la ceguera, de la soledad interior, del pánico y finalmente
de la indiferencia. Evitaba pensar, evitaba recordar, evitaba mirarse las
heridas ya cicatrizadas porque aunque ya no dolían, al rozarlas levemente con
las yemas de sus dedos, un pequeño cosquilleo evocaba el dolor de otro tiempo.
A pesar de todo,
desde hacia algunos años Amalia recibía cada Abril temerosa pero esperanzada con
la incertidumbre del porvenir. Esperaba que, como la lluvia limpia los árboles
y los campos dándoles un verdoso esplendor, como el viento arranca y arrastra
las hojas secas y muertas y como el sol que abraza y da calor y energía a los
nuevos brotes, ese Abril trajera a su vida, lluvia, viento y sol.
Cuando lo despedía,
no podía sino respirar profundo, sonreír y decirse a si misma…. Ya pasó!!
No solo tu has sufrido en Abril Amalia, yo tambien encuentro ese mes de este año como uno de los mas dificiles que me han tocado vivir, pero como todo pasa, y lo bueno que ya viene el CALORCITO jejejeje, un abrazo, hasta luego!!
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