domingo, 28 de abril de 2013

SUCEDIO EN ABRIL...



En un gesto casi automático Amalia arrancó la hoja del calendario del mes de Abril. La hoja que separaba la oscuridad de la luz, las pérdidas de las ganancias, la muerte de la vida…  

El mes de Abril era para Amalia como una niebla espesa que la paralizaba, que no la dejaba avanzar, que la envolvía y lo volvía todo gris. Lo fácil, lo natural, lo cotidiano, dejaba de tener sentido. Durante el mes de Abril Amalia se diluía en la húmeda y densa maraña de la ceguera, de la soledad interior, del pánico y finalmente de la indiferencia. Evitaba pensar, evitaba recordar, evitaba mirarse las heridas ya cicatrizadas porque aunque ya no dolían, al rozarlas levemente con las yemas de sus dedos, un pequeño cosquilleo evocaba el dolor de otro tiempo.

A pesar de todo, desde hacia algunos años Amalia recibía cada Abril temerosa pero esperanzada con la incertidumbre del porvenir. Esperaba que, como la lluvia limpia los árboles y los campos dándoles un verdoso esplendor, como el viento arranca y arrastra las hojas secas y muertas y como el sol que abraza y da calor y energía a los nuevos brotes, ese Abril trajera a su vida, lluvia, viento y sol.

Cuando lo despedía, no podía sino respirar profundo, sonreír y decirse a si misma…. Ya pasó!!