Amalia despertó
aquella mañana presintiendo lo que iba a suceder. Durante la noche los sueños se
habían mezclado con las pesadillas y al despertar y encender el ordenador, encontró
exactamente lo que esperaba…. Una vez más, como cada año, allí estaba. ¿Para
qué? ¿Por qué?… Palabras vacías que para Amalia no significaban nada… Sin
embargo también encontró otras muchas, sinceras y sentidas que habían llegado
al mismo destino para endulzar su corazón y su alma.
Se sentó en la
cama y pensó que ese era uno de esos días, en los que se mezclan los sabores,
el sabor agrio de la hipocresía acudía a su garganta provocando la misma
sensación que una mala digestión. Sin embargo el amor, el cariño y la amistad
sincera actuaban como un bálsamo sobre una herida que necesita cicatrizar.
Era uno de esos
días en los que las lágrimas acuden impetuosas a tus ojos deseando salir. Unas
para dejar inevitablemente su huella en el rostro y un sabor salado en el paladar, otras para
lavar y limpiar el alma produciendo el efecto de un baño tibio antes de
acostarse.
En esta clase de
días añoras a los ausentes. A algunos porque no tuvieron opción y se fueron
demasiado pronto, otros porque pudiendo elegir, eligieron… Pero sientes el
abrazo cálido de los que te rodean como un abrigo hecho a medida que cubre tu
cuerpo casi desnudo en una noche de tormenta y ventisca que te hiela hasta los
huesos.
Amalia había
aprendido a sumar y a restar hacia mucho tiempo y por eso sabia que todo lo que
suma también resta. La vida no es infinita. Cuanto más te alejas de la salida,
más cerca estás de la meta. Pero también es como un saco mágico en el que vas
acumulando grandes tesoros que, como amuletos de buena suerte, te acompañarán
siempre y nunca perderás, aunque quizás llegue un momento en el que no los recuerdes.
Era uno de esos días
en los que maldices el tiempo perdido, la palabra no dicha, el gesto
inexistente…. pero en el que agradeces a cada momento los buenos deseos, las
promesas cumplidas, lo que has perdido por lo que has ganado… Y durante todo el
día una palabra te acompaña fiel y firme… GRACIAS!
“Hoy es uno de
esos días, pensó Amalia,…
…en los que se
mezclan los sabores…
…en los que
lloras y entre lágrimas ríes…
…en los que
abrazas y añoras…
…en los que restas pero sobretodo sumas…
…en los que maldices
pero sobretodo agradeces…
Uno de esos días,
en los que ni todo es blanco, ni todo es negro… porque el equilibrio es
necesario y saludable.”
Amalia se dispuso
a emprender otro de sus viajes… preparó su maleta encima de la cama y depositó
en ella todo lo que podía necesitar. Subiría montañas, cruzaría ríos,
atravesaría desiertos… por eso no quería llevar exceso de equipaje.