jueves, 5 de enero de 2012

DÍA DE REYES




El padre de Amalia conocía personalmente a los Reyes Magos, por eso había años que les pedía que acudieran a su casa cuando las niñas, Amalia y sus hermanas, se hubieran despertado para darles los regalos en persona. Ellas les obsequiaban con dulces y moscatel, porque después de una larga noche necesitaban reponer fuerzas para emprender el camino de vuelta a casa.

Había otros años en los que Amalia y sus hermanas visitaban a los Reyes Magos en su castillo e iban a recoger los regalos personalmente.

En otras ocasiones Amalia había escuchado claramente a los Reyes Magos depositar los regalos durante la noche con mucho cuidado en el salón de su casa. Oía a los camellos comerse el arroz que Amalia y sus hermanas habían dejado en los zapatos, y a los Reyes Magos chinchinear con las copas y saborear ese moscatel carmelitano que siempre había en casa. Pero Amalia sabia que en esos momentos no podía levantarse de la cama ni hacer ningún ruido que pudiera distraer a los Reyes de su misión.

Después llegaron los hijos, los de Amalia y los de sus hermanas, e igualmente desde el primer año Amalia quiso que vivieran esa noche muy especialmente. Colocaban sus zapatitos con arroz en sus respectivas sillas y dejaban turrón y moscatel para los Reyes Magos. Al día siguiente los niños descubrían emocionado sus regalos y veían como los Reyes y los camellos se lo habían comido todo. No dejaban ni un grano, normal, porque trabajaban tanto que necesitaban descansar de vez en cuando….

En alguna ocasión los Reyes dejaron un poquito de carbón para los pequeños pero aún así Amalia y sus hermanas intentaron transmitir a sus respectivos hijos la magia y la ilusión de esa noche en la que, por una vez, casi todos los deseos se cumplen.

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“Queridos Reyes Magos, este año he sido muy buena….”, como cada año Amalia preparaba su carta a los Reyes, sus hijos le habían insistido una y otra vez que así lo hiciera, pero ella no sabía qué pedir. En realidad no necesitaba muchas cosas, tenía lo principal y lo que le faltaba era difícil de conseguir, ya lo había pedido otros años y no se lo habían traído. Amalia sabía que no siempre se recibe lo que se pide, lo que se quiere o lo que se espera.

… os pido salud para mis hijos y para mí, para poder estar junto a ellos y verlos felices cada día y os pido paciencia y comprensión para sobrellevar la enfermedad que tristemente me rodea.

… os pido que no me falte el trabajo que sostiene a mi familia y os pido por aquellos que no lo tienen para que lo encuentren pronto.

… Y os pido amor, mucho amor para dar a mis amigos, a mi familia, a mis hijos… a los que me quieren, por su dedicación a mi durante este año, y sobre todo te pido que a ellos, a los que tanto quiero, no les falte de nada. Confío en que me traeréis todo lo que os pido porque como os he dicho creo que este año me he portado bien, pero si no es así sólo os pido que me traigáis los días para seguir soñando”.