viernes, 11 de febrero de 2011

EXÁMEN DE AMOR


Amalia había decidido comenzar sus estudios universitarios de Psicología por varias razones. En primer lugar, era lo que ella siempre hubiera querido estudiar pero cuando tuvo que elegir se decidió por algo que le abriera de manera más rápida las puertas del mercado laboral. Había empezado a trabajar pronto y durante muchos años había estado intensamente dedicada a su profesión, después había formado su familia, atendido sus hijos, a su marido… y no había encontrado el tiempo ni el momento para dedicárselo a ella misma. Así, que comenzar su carrera universitaria “a cierta edad”, suponía dar el primer paso para cumplir un sueño largamente esperado.

Después, tras su separación, necesitó respuestas y pensó que estudiando sobre el funcionamiento de la mente humana, sobre los sentimientos, los pensamientos, el comportamiento y las actitudes ante la vida, le ayudaría a comprenderse y comprender, y quizás a encontrar esas respuestas que no había obtenido antes sobre el comportamiento y las actitudes de las personas ante la vida.

Por último, cuando el hachazo de las demencias había hecho mella en su entorno familiar, y convivir con enfermedades mentales se había convertido en cotidiano, había sentido curiosidad por saber cómo y por qué los seres humanos recuerdan y olvidan.

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Era una edificio antiguo, con muchos pasillos, escaleras con barandillas de madera e infinidad de puertas, le recordaba en cierta medida al colegio de su infancia. Cuando accedió a la sala, los pupitres estaban dispuestos ordenadamente en filas y columnas perfectamente numeradas. Cuando encontró su sitio, se sentó, se acomodó y comenzó a leer el enunciado. Sus ojos se abrieron de par en par, no podía creer lo que estaba leyendo, sonrió para sus adentros y comenzó a desarrollar el tema que se le pedía en la hoja de examen: RELACIONES INTERPERSONALES: EL AMOR

Desde que nacemos los seres humanos tenemos, entre otras, la necesidad de formar vínculos con otros y buscamos establecer y mantener relaciones interpersonales. Nos asusta la soledad e intentamos pasar la mayor parte del tiempo en compañía de otros, compañía a veces física, a veces virtual como demuestra la gran cantidad de redes sociales que han proliferado últimamente en Internet. Nacemos en el seno de una familia y las relaciones con nuestros padres y hermanos, marcan nuestra forma de ser. En la infancia y la adolescencia, nuestras relaciones con otros influyen notablemente en nuestro desarrollo y finalmente las relaciones de pareja se convierten en el centro de nuestra vida en la mayoría de los casos.

El amor es universal, está presente en todos los ámbitos de nuestra vida, y en todas nuestras relaciones: familiares, de amistad, de pareja. Pero es precisamente el amor y las relaciones de pareja el tema que más interés suscita y probablemente sobre el que más se escribe y se estudia. ¿Por qué nos sentimos atraídos por unas personas y por otras no? ¿Cuántas clases de amor hay? ¿Por qué se rompe una relación?

Los expertos dicen que el inicio de una relación se basa en cuatro principios:

El principio de semejanza: las personas tienden a sentirse atraídas por otras personas semejantes ellas. Atracción y semejanza son dos aspectos muy relacionados especialmente en lo que actitudes se refiere. Así en las relaciones duraderas la semejanza de actitudes puede ser no solamente una coincidencia sino también que alguno de los miembros de la pareja modifica sus actitudes para que así resulten congruentes con las del otro miembro.

En lo que se refiere a los rasgos físicos o de personalidad no significa que busquemos en nuestra pareja un determinado rasgo físico que nos una, pero sí se ha demostrado que el nivel de atractivo entres ambos miembros de la pareja tiende a ser semejante.

Respecto a los rasgos psicológicos, las personas solemos sentirnos atraídas por aquellos que tienen las características que nos gustaría tener a nosotros.

El principio de proximidad: Cuando las personas son vecinas, van al mismo instituto, trabajan en la misma empresa o acuden a la misma comunidad cristiana, es muy probable que acaben convirtiéndose en amigos o pareja. Esto tiene dos explicaciones y es que por un lado compartir el mismo entorno proporciona oportunidades para la interacción social y por otro que las personas que vemos con frecuencia suelen “caernos mejor” que las que nos son desconocidas.

El principio de reciprocidad por el que las personas nos sentimos atraídos por aquellas a las que creemos agradar.

Para que la relación recién iniciada se consolide es imprescindible conocer los ingredientes del amor y saber cómo mezclarlos para que el resultado sea el esperado. Como en una coctelera, la intimidad, la pasión y el compromiso se unen en diferentes proporciones para dar como resultado diferentes clases de amor..

La intimidad es el deseo de promover el bienestar de la persona amada, sentirse feliz con ella, poder contar con su apoyo, compartir, comprenderse mutuamente, dar y recibir apoyo emocional y un alto nivel de comunicación.

La pasión es el deseo de unión con la otra persona.

El compromiso supone a corto plazo la decisión de formar una pareja y a largo plazo continuar con esa relación. El compromiso es el elemento que hace perdurar las relaciones a través del tiempo.

Cuando no existe ni intimidad, ni pasión, ni compromiso, resulta difícil hablar de la existencia de amor.

Pero además de estos ingredientes, hay otro que influye en la duración y la satisfacción en las relaciones de pareja y es el estilo de apego. Se ha demostrado que existen tres estilos de apego que los niños desarrollan en la infancia respecto a sus madres, y que de adultos, trasladan al ámbito de las relaciones de pareja.

El apego seguro se caracteriza por la capacidad de la persona para establecer relaciones íntimas y sentirse cómoda teniendo una cierta dependencia de la pareja, o dejando que la pareja dependa de ella.

El apego evitador manifiesta incomodidad cuando las relaciones son demasiado cercanas y muestra desconfianza hacia las personas evitando depender de ellas y mostrando cierta frialdad o incapacidad para expresar los sentimientos.

El apego ansioso tiende a demandar constantemente mayor intimidad y atención por parte de su pareja y muestra una preocupación desmedida ante un posible abandono.

Por último son muchas las causas que contribuyen al deterioro de una relación, pero las más importantes son los problemas de comunicación y los celos.

Lo que deteriora una relación no es tanto la existencia de un conflicto como la manera en la que los miembros de la pareja lo gestionan. Las mujeres los afrontan en mayor medida, son más expresivas emocionalmente y sus estados de ánimo son más extremos. Los hombres son menos expresivos y recurren en mayor medida que las mujeres a conductas defensivas y de retirada ante un conflicto.

Las parejas que se llevan bien buscan disminuir el conflicto y hallar soluciones constructivas.

Respecto a la reacción de celos, ésta se genera cuando, mediante la comparación social, son cuestionados, frente a un rival, aquellos ámbitos que son relevantes para el autoconcepto de la persona.

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En el camino de vuelta a casa Amalia pensó que probablemente no habría aprobado el EXAMEN DE AMOR, pero había aprendido, mucho, y concluyó que a amar se aprende como se aprende a vivir, que aprendiendo a vivir, VIVES y aprendiendo a amar, AMAS, con aciertos y con equivocaciones, con alegrías y con penas, con salud y con enfermedad, continuamente e imperfectamente, desde el nacimiento hasta que llega el final de la vida.