jueves, 14 de octubre de 2010

INTERNET



Como cada noche desde hacia cientos Amalia se sentó delante de su ordenador, dudando una vez más si encenderlo y adentrarse en aquel mundo que había descubierto casi a la fuerza o abandonarlo de una vez por todas. Tampoco aquella noche pudo evitarlo y mientras encendía el ordenador y se conectaba a la red, respiró profundo y pensó, como cada noche, que aquella sería la última vez.

Hacia meses que Amalia había decidido adentrarse furtivamente en los entresijos de la Red, y concretamente en aquella página de contactos que descubrió accidentalmente. Amalia buscaba respuestas. Las respuestas que su marido no había sido capaz de darle cuando de repente, un día, le comunicó su deseo de separarse de ella y de sus hijos y se fue de casa abandonando el proyecto en común que habían iniciado 20 años atrás. Un proyecto en el que ambos creyeron y quisieron construir juntos.

Buscó en aquellas conversaciones virtuales al hombre del que se habia enamorado.

Un hombre honesto, sincero, en el que había confiado, con quien se había sentido segura, querida y respetada. Un hombre amante de su familia que había disfrutado haciendo planes por y para ellos.

Un hombre sensibilizado con la injusticia y la traición, amante de la paz y la conciliación. Un hombre decidido, luchador.

Un hombre sensible y cariñoso que le había dicho una y mil veces cuanto la amaba…., que la había amado tanto.

Un hombre que le había prometido serle fiel en todas las circunstancias.

Amalia buscó a ese hombre..., pero no lo encontró.

Descubrió, por el contrario, lo fácil que es esconderse detrás de un personaje, inventar una vida, una personalidad con la que presentarse a ese mundo virtual. Lo fácil que es colarse en la vida de otras personas, en sus casas, en su intimidad y frivolizar con sus sentimientos. Descubrió un mundo, no siempre, pero a menudo lleno de mentiras, de engaños, de falsedades. Descubrió cómo detrás de una falsa identidad se esconden personas cobardes que no son capaces de afrontar la realidad de su vida y tienen que inventarse una para vivir una fantasía, una ilusión, probablemente efímera, que llega a confundirles y atormentarles hasta tal punto que, envueltos y atrapados por el embrujo de la Red, toman decisiones que cambian el rumbo de sus vidas y colateralmente el de las personas que tienen a su alrededor en la vida real, en la de verdad.

Descubrió la falta de honestidad, la deslealtad, la mentira. Descubrió la facilidad con la que algunas personas forjan amistades y relaciones… sinceras?, creyendo que serán “para toda la vida”.

Descubrió que el poder de la red es ilimitado y puede llegar a dañarte, si no eres capaz de frenarlo, de dosificarlo. Descubrió una ventana abierta al intrusismo, que puede controlarte, adueñarse de ti y convertirte en otra persona. Quizás fue eso lo que le paso a él.

Amalia conocía muy bien al que había sido su marido y sabía que se ilusionaba fácilmente e idealizaba a cualquier persona, cualquier situación. Podía llegar a obsesionarse tanto con algo o con alguien como para no ver, oír, escuchar, ni confiar en nadie más. Podía querer a una persona más que a nada en el mundo y llegar a aborrecerla por nada, simplemente por haberse cansado de ella... llegando a la decepción, al desencanto, el aburrimiento… siempre había sido así y Amalia sentía que también así había sucedido con ella, sin importar lo que les había unido y todo lo que habían vivido juntos ¿cómo no iba a pasar entonces con personas que apenas conocía y con las que tan sólo compartía algunas conversaciones virtuales, mensajes de teléfono y encuentros furtivos?

Amalia dudaba que él supiera a lo que se enfrentaba y todo lo que abandonaba al tomar esa decisión, pero no intentó retenerle. Él había decidido rendirse en lugar de luchar, abandonar antes que resolver, reprochar y no comprender, callar y no dialogar y aunque herida en su corazón, pero decidida a afrontar su destino con fuerza y valentía, como siempre lo había hecho, respetó su decisión y le dejó marchar.

Allí estaba,… estaban todos… como cada noche…

- Hola Buff!!

- Hola

- ….

- ….

Como una más, durante horas, aquella noche que quizás fuera la última, Amalia participó activamente en la conversación, obtuvo respuestas y él, sin saberlo, volvió a confiar en ella.